lunes, 2 de junio de 2008

Jordi Labanda: Ilustrador por Excelencia



Personajes ideales, los modelos de sus ilustraciones remiten con optimismo a mujeres y hombres atractivos de clase alta. Fiestas, viajes, moda, arquitectura y diseño, son los ejes principales sobre los que refleja con ojo crítico la sociedad de consumo de hoy en día.


Jordi Labanda es un joven ilustrador que nació en Uruguay en 1968, y que vive en Barcelona desde los 3 años. Estudió diseño industrial en Barcelona, donde después decidió hacerse ilustrador comercial. Desde el año 1994 Jordi Labanda trabajó en diferentes periódicos y revistas procedentes de España, incluido La Vanguardia, El País, Woman, Elle y Vogue, donde la misma editorial incluía también las revistas americanas como Interview, Cosmopolitan, Marie Claire, The New York Times, Wallpaper, entre muchísimas otras. Hasta que el año 1995 empezó a trabajar extensivamente en el mercado internacional. Lo que Jordi decidió hacer fue un "Book" para que se conocieran más sus dibujos, y ser mas cotizado. Posteriormente gracias a una agencia de ilustradores, le dieron un trabajo para dibujar y pudo ir a New York y a otros sitios más. Los dibujos de Jordi Labanda además de salir en revistas, paginas web, periódicos e incluso en anuncios de televisión, también salieron en portadas de discos de música.


Hoy en día se dedica al diseño y confexión de ropa y accesorios, retocados con su más fino trabajo en ilustración de moda. Ha publicado al menos tres libros, en los que muestra lo mejor de su obra. El más completo al parecer es "HEY DAY", publicado en 2003. Échenle un ojo a su obra y otros datos curiosos en los siguientes links:

Jordi Labanda 1

Jordi Labanda 2

Jordi Labanda 3


P.D. Por cierto, he oido muy poco acerca de ilustradores mexicanos; será necesario hacer una investigación algo más profunda, y rascar la superficie del "diseño" para hallarlos. Pero esa es otra historia, que deberá ser contada en otra ocasión.

Lukas Du Soleil

miércoles, 12 de marzo de 2008

Diez reglas para ser un Emo...



Continuando con esto de la inspiración sobre las calles de nuestra ciudad, paseando el otro día por mi colonia pude darme cuenta de cierto grupo de muchachos vestidos de manera muy peculiar. Estos chicos estaban sentados en la acera, esperando nada en verdad. Al seguir con mi caminata, encontré a otros más, con la misma vestimenta, pero ninguna relación aparente con los chicos de la acera anterior.

Entonces, pregunté a unos amigos, días después, si conocían esta nueva moda, que se ha desatado por todo el mundo. Escuché una palabra que no respondió para nada mis dudas, sino picó aún más mi curiosidad: EMO, son los emo. Así pues, zarpé en mi barco, buscando en la infinita red para hallar aquel lugar que me diera una respuesta. Temo decir que no encontré solo un puerto, encontré millones. Así pues tuve que desechar millones para asistir en al menos dos o tres, pero el que me llamó más la atención fue un conjunto de reglas básicas para convertirse en un emo de hueso negro.

Recuerdo cuando era más joven y añoraba la vida de la calle, vestido de una forma muy extraña, viviendo rebelde y sin causa. En ese entonces, solo habían grupos como los cholos, los technos, los punks y los metal, además de otros muy indefinidos. Ahora veo a unos conocidos que tienen la mitad de mi edad y están transformados por la ola inconmensurable de estilos e ideologías, que nunca imaginé que se vieran tan extrañas. En fin, cada momento de la vida es marcado por alguna tendencia o ideología, la cual creemos que es aquella que nos definirá en el futuro. Pero al estar parado en el escalón del futuro, volteamos hacia atrás y vemos que cambiamos mucho, junto con las modas que se nos pegan, y luego desechamos por madurar, crecer y alcanzar nuestros sueños.

Aquí les dejo la muestra de los diez pasos para ser un emo, y si les cosquillea algo más, bueno, pueden encontrar varios links en esa página, o simplemente gogglenlo así "EMO" y podrán ver lo que yo vi: un mundo inmenso de posibilidades.

Lukas du Soleil.

Más información: diez reglas para ser un emo...

miércoles, 5 de marzo de 2008

Graffiti... un acercamiento a la expresión urbana



"Cuando el conocimiento de la calle se encuentra con la tecnología y el graffiti se mezcla con el diseño gráfico: el estilo es el mensaje". 123KLAN Francia


Hace unos días me reuní con unos ex-compañeros de la universidad, para recordar buenos momentos y para con-beber. La cita fue en un restaurante muy "chick", pero en el que no había mesas disponibles. Es considerado uno de los primeros espacios dedicados al diseño en nuestro país, lástima de los precios de "turista" aplicados a sus productos. En dicho lugar también se exhiben y venden objetos de diseño como posters, juguetes, objetos de colección, libros, revistas, postales, objetos decorativos, etc. Lo peculiar de dichos productos es su originalidad y los escasos ejemplares de cada uno. En fin, al no haber lugar fuimos unas calles más adelante y encontramos un bar donde finalmente tuvimos la reunión. El lugar resultó diametralmente opuesto al primero: ubicado en un edificio de fachada colonial, está decorado por dentro con vitrinas en las que se exhiben trajes de toreros, pinturas de grandes hazañas en la plaza de toros, y toneladas de polvo y cochambre que datan de años. El lugar tenía un excéntrico y precioso sabor "a centro histórico" que es difícil olvidar. Este lugar fue testigo de muchas conversaciones, risas y desencuentros. En el caso del grupo que nos reunimos para recordar viejos tiempos y saber qué había sido de cada uno, nos centramos en una conversación acerca del espacio público y su invasión por "vándalos" llamados grafiteros. Estuvimos todos de acuerdo en que la estética del graffiti es atrayente y ùnica, pero en el hecho de considerarlo un "nuevo arte" o "arte actual", muchos disentimos. Terminando la reunión me fui con ese pensamiento en la cabeza, de que si el graffiti era o no otra forma de expresión que podría ascender a género "artìstico". Así que me puse a investigar no solamente del graffiti, sino de la inspiración que arroja la ciudad en sí. Un artista radicado en México, llamado Francis Alÿs opina que el territorio urbano existe, pero puede ser enriquecido por los relatos y recorridos que en él se llevan a cabo. Y quien mejor que un extranjero para captar esas actividades microscópicas de nuestra sociedad, para volverlas perceptibles. Nos cuenta el artista acerca de sistemas de transgresión y desviación del orden cívico (y visual) a través de métodos de reapropiación de las calles, tales como apartar el lugar de estacionamiento o las mercaderías en las banquetas. Y que decir de aquellas esculturas y pintas hechas con goma de mascar,, plumones, navajas y aerosol, que las puede encontrar bajo las bancas y mesas de parques y bares del centro, las plazas y la señalización vial. Todo esto apunta a recalcar la estética del parásito cívico, la masa inconforme, que en su inercia por rechazar la "imposición" (llámese de conquista, gubernamental, mediática, etc.) perdura ciertos modos comunales de vida: fricción entre la leyes, torpeza en la búsqueda de la eficiencia y el orden civil, y costumbres traviesas. Pero es a través de los recorridos que saltan estas "piezas" como registro del paso de la sociedad en la jungla de asfalto. Y uno de los mejores ejemplos (al menos el que a nosotros nos ocupa) es el graffiti. El graffiti nació en las calles de Filadelfia y Nueva York a finales de los 60's y tuvo su boom en los 80's. Hoy existen dos corrientes muy diferentes: la Old School (que consiste en letras, piezas, etc.) y el Neo Graffiti (esténcil, calcomanías, poster art, intervención urbana y arte postal). El graffiti aún teniendo lenguaje y técnica propios, sigue siendo rechazado por amplios sectores de la sociedad. Y a pesar de que se generen nuevas formas para frenarlos, también este modo de expresión seguirá explorando y experimentando sobre nuevos campos y formas. De acuerdo con Alÿs, es el recorrido de las calles y la recolección de actividades microscópicas que le da verdadero valor a semejante evento como el graffiti. Y si no es considerado una experiencias artística, si puede considerarse como una experiencia que nos lleva a reflexionar acerca de nuestros espacios, y porque no, de otras cosas que atañen a la sociedad. Desafortunadamente, al mundo del arte le ha dado por rechazar lo que el graffiti pudiera aportar como experiencia estética e instrumento de reflexión. Con todo, este modo "underground del ghetto", ya ha encontrado la forma de hacerse valer y respetar, sobre todo en aquellos que amamos las experiencias estéticas, el arte y el diseño. Pero, ¿cómo lo hacen?. Se puede contestar con sus características:

  1. Se llenan las calles con efigies, tal como lo hacen las grandes campañas publicitarias, pero en vez de incitar al consumo, activan el pensamiento, claro esta, con estilo.
  2. Se discute el papel de los ciudadanos, en particular, de las minorías; se combaten los estereotipos de las comunidades graffiteras, no como simple vandalismo, sino como modo de expresión y reflexión.
  3. La Old School procura formalizar el movimiento tomando registro de las obras y abriendo espacios de exposición para las distintas "piezas".
  4. Procura el activismo político, social y económico. Se implantan mensajes que muten en ideas y en acción. Su propósito no es la censura, sino la generación de mejores ideas, balanceando la lluvia de estimulos visuales contaminantes, poniendo en duda la información oficial.
  5. A través de imágenes absurdas, tomadas del la cultura pop de la región, generando así nuevas iconografías, nuevas leyendas.
  6. Muchas intervenciones no se quedan en las calles, han pasado a las galerías, a objetos de colección y comercialización, y a publicaciones. Incluso, han formado parte ya del trabajo del diseñador gráfico.
  7. El punto más álgido es la piratería publicitaria, que se ocupa de lanzar un ataque terrorista mediático, dirigido a las grandes corporaciones, mezclando el graffiti con el arte moderno, filosofía "do it your self" y un espíritu bromista.
  8. Formar parte del paisaje urbano, procurando la comunión visual, no la destrucción.
Estas podrían considerarse como lineamientos que todo grafitero debería seguir, o al menos eso pensamos. Desafortunadamente, el fenómeno de "masas" también diluye todos estos principios o los ignora por completo; convirtiéndose así en verdadero vandalismo, o expresión de mal gusto. Esta lista fue extraída de opiniones aisladas de varios que, en su andar "grafitero", rayando bancas, muros, vagones del metro, se dieron cuenta que su habilidad y modo de expresión podía ser canalizado para un propósito específico: compartir una idea, luchar contra el consumismo, esparcir una manera de pensar, reflexionar, accionar, un estilo de vida. Hay varios que hasta lo han usado como sustento, tal y como pudimos apreciarlo en el primer lugar al que nos dimos cita mis ex-compañeros y yo. Este lugar ha tomado como inspiración y materia prima las expresiones de la calle, por su fàcil reconocimiento y frescura estética. Es el cambio de contexto lo que transforma y otorga más o menos valor al graffiti y sus derivados. Tal como sucede con el segundo lugar al que nos dirigimos: nunca aparecerá en una revista "top 10" de los lugares más cool de la ciudad, pero en sí contiene un valor y esencia, respaldada por años de tradición y es referencia de relatos y resoluciones visuales que pueden entrar al mundo del diseño, del arte y ser valorados por "los altos círculos" de la apreciación artística. (construcción de puentes). Es la designación del valor lo que deja a muchos fuera; es lo masivo del movimiento que lo desvirtua en sí mismo, y somos nosotros, la gente sensible de pensamiento, quienes en sus recorridos debemos hacer valer lo que vale la pena, sea un bar antiguo, un restaurante chick o un rayón en la pared. Preguntarnos qué tanto de nosotros tiene, porque al fin de cuentas es un reflejo de lo que pensamos y hacemos. También es nuestro deber sacarle provecho y educar a otros para su apreciación y, porque no, consumo. Pero siempre con un propósito, una salida adecuada, una intención de relación, comunicación, comunión con otros. Eso es arte, es poseía, es vida diaria y algo digno de admirar. ¿Ustedes que opinan?.
Lukas DuSoleil

miércoles, 27 de febrero de 2008

Gregory Colbert, Pretension and Snob



Un coloso de diez metros de altura se ha apoderado de nuestro Zócalo capitalino y ha capturado la atención de todos los mexicanos, de manera muy semejante a Gulliver, la vez que visitó el país de Liliput y fue atado por la gente pequeña de aquel país, asombrados por haber capturado al gigante.

De la misma manera, el Museo Nómada se ha convertido en una atracción para todos los mexicanos y sobre todo chilangos que habitamos estas tierras. Desde el mes de diciembre y con mucha buyaranga, el Museo Nómada ha abierto sus puertas al público para mostrar la obra "fantástica" del fotógrafo canadiense Gregory Colbert. Muchos conocemos ya las referencias del proyecto, y atraidos por el bombardeo mediático, vamos a formarnos durante una, dos, o hasta tres horas para solo estar quince minutos dentro del complejo y salir a comprar souvenir.

Pues bien, quiero declararme seducido por este bombardeo, y que asistí el Lunes pasado al complejo. Al llegar allá solo tuve que esperar cinco minutos en la fila, ya que había muy poca gente; entré al complejo por una lúgubre sala con música tipo new age y un pasillo angosto, donde todos los visitantes nos amotinamos y caminamos paso a paso. En cada paso la gente exclamaba con admiración ante las imágenes suspendidas en el aire, entre las columnas de bambú. Al fondo se proyectaba un video con orangutanes bailando entre los árboles y mujeres y niños disfrutando de su compañía, mientras que a los lados del pasillo había un espejo de agua y tendido desde el techo, lienzos donde se imprimieron las fotografías de Colbert.

Debo decir que puse poca atención a sus obras; lo que capturó mi atención era la atmósfera creada por el complejo: una oscuridad casi total, la altura de la bóveda, vacía, negra, grandes columnas de bambú colgando desde el techo, lienzos de tela que representan las texturas y colores del oriente, de ocho metros de largo, flotando en la espesa oscuridad, y por supuesto lienzos con las fotos del artista. La gente avanzaba muy lento, como si fuera a bajar al centro de la tierra a través de un abismo o cueva "chill out". Con todo esto bien combinado, me resultaba difícil no pensar que estaba protagonizando una pelìcula de ciencia ficción de los años 70's.

Hacia la segunda "sala" se instaló un enorme teatro, y al fondo se exhibía una proyección, acerca de elefantes y niños budistas que recitan el Corán y además juegan en el agua, el desierto, la selva y templos en ruinas. En dicho teatro no hay asientos, sino un enorme espacio en el que todos los visitantes se quedan de pie y congregados contemplan el video, acompañado de la narración de las cartas del artista, hecha por Ricardo Rocha y música new age. Preferí pasear a través de los espectadores y ver sus caras, de pocos colores, ocultos en la sombra, quietos y muy atentos al laaaargo video del fondo (era maravilloso contemplar a tantos, vulnerables y absortos). En la siguiente sección, hay otro video (el cual no estaba en proyección) y otro pasillo igual al primero. Por último la salida: un gran mostrador con recuerdos de las obras de Colbert: un poster ($200), postales ($10), libros de todos tamaños, impresos en papel artesanal ($350 - $1000), mouse pad ($100), playeras, tazas, etc. Y luego salí a la explanada, para comprar el programa de la exposición y sacar una foto del el lienzo en el que se puede ver un niño y su chita. Eso es todo.

En realidad, la obra de Colbert no me atrae en lo absoluto, al menos la expuesta en el complejo.Dos o tres imágenes me fueron agradables. Considero que es demasiado pretencioso y snob; una visión occidental nostálgica y típica del mundo de oriente. El creer que la gente que vive en la India, China, Malasia y otros lugares de Asia, tal como lo muestra Colbert, es una interpretación demasiado inocente y ajena. La inclusión del Corán, es síntoma de una sed espiritual de occidente, que ha vuelto al consumismo e individualismo recalcitrante su nueva religión. El retorno a los orígenes, el paraíso perdido que se cree está en oriente...bueno, creo que los orientales tampoco saben el sitio de este paraíso, ni saben que viven de manera "armónica y espiritual" con los animales, tal como lo propone el artista.

La exposición de Gregory Colbert es una evidencia más de que el arte occidental ha gastado sus temas a tratar, y mira hacia nuevos territorios, pero desde su punto de vista (como conquistadores, turistas, snobs y empresarios "altruistas"). La búsqueda por lo exótico y la vida excéntrica, más allá de las normas convencionales de países del norte, la vida bohémia y mochilera: un ideal anglosajón de mal gusto para mí, pero seductor y atrayente para todos a final de cuentas.

Si uno desea ir a visitar la exposición, creo que la mejor impresión, y por lo que vale la pena ir, es por la obra del arquitecto colombiano Simón Vélez. Propone el bambú como material de construcción sostenible de manera comercial y residencial. Ha construido en varias partes del mundo, como en China, Brasil y Francia. Es el trabajo de este arquitecto que da verdadero énfasis a la obra de Colbert y es por lo que yo iría a ver Ashes and Snow. Estructura una atmósfera muy pacífica y refrescante (por el hecho de que afuera hace muuuucho calor); a pesar del gentío, uno se siente solo, abrigado y ausente de sí mismo; es un lugar de refugio ante la velocidad asesina de la ciudad. Se vuelve una cueva de secretos y recuerdos, donde la columnas de bambú danzan muy lentamente al son de la música de los videos. Y es la concreción de una buena idea para transportar un museo de manera fácil, reciclable y reutilizable. Y también una evidencia plausible del ingenio latinoamericano, fértil en propuestas innovadoras para todas las áreas en las que se busca creatividad y originalidad.

Por lo demás, sugiero gastar sólo por un poster, una playera o postal, o de perdida un programa, para tener un recuerdo y testimonio de que fuimos parte de un gran fenómeno mediático (ojo que no digo artístico) en nuestro país; que visitamos el museo nómada de Simón Vélez y de paso que vimos las fotos de un canadiense obsesionado con los elefantes y niños orientales, expositor de una visión nostálgica y naif del mundo de oriente. Y si quieres correr un tanto de riesgo, saca tu cámara o tu teléfono celular y captura (ojo, el flash puede delatarte) la obra magnífica de Vélez, que desafortunadamente no encuentras en el mostrador de recuerdos (es más redituable el extranjero que el paisano... ironía de la vida).

En conclusión: vayan a verla, porque vale la pena ir al centro en estos días y poder pasear por sus plazas y calles y fórmarse una opinión al respecto y compártirla, que es lo que necesitamos hacer.

Más información: Ashes and Snow, Simón Vélez

jueves, 21 de febrero de 2008

Weng Peijun, On the Wall


Esta fotografía pertenece a una serie llamada On the Wall, que habla de sueños, esperanzas, pero también de la confusión e inseguridad que experimentan actualmente las personas en China, frente al desenfrenado desarrollo urbano. Cada fotografía presenta a una joven, vestida con su uniforme escolar sentada en un muro frente a un inmenso horizonte urbanizado, que son ejemplo ya constante de "la ciudad moderna" china. El muro sirve de protección, no obstante la jovencita a violado dicho perímetro para contemplar la deslumbrante y amenazadora ciudad. Podemos apreciar varios estados del tiempo, en el que el espectador esta en un presente, mientras que el horizonte moderno se levanta hacia el futuro, mientras que la jovencita (que representa a la nación oriental) esta suspendida en una zona de trancisión.

Este artista, como muchos en China, cuestiona la rápida apertura ecónomica de su paìs, sobre todo en las implicaciones e impactos que tiene para la sociedad, que de la noche a la mañana pueden cambiar la bicicleta familiar, por un Mercedes Benz. No obstante, la gente aun no esta preparada para un estilo de vida "occidental", no saben qué hacer o de qué modo vivirlo. Si en occidente el consumismo es algo común y "controlado", en China se ha convertido en un medio de salvación y de diversión, sin otra razón más que el consumismo en sí. Así vemos a jovencitos que van a la escuela vestidos con ropa de boutique, tenis de las mejores marcas y teléfonos móviles de última generación, sin dejar de vivir en los "hutongs" o pequeños barrios chinos. La modernización y el consumismo no mejoran la vida de las personas en ningún lado, solo la hacen más holagada y llena de "cosas". Ahora bien, este problema responde a una falta de visión y desarrollo; no se puede decir que el gobierno carezca de ella, al contrario. Pero como individuos la gente pierde el rumbo ante la presión constante del trabajo y el estudio, sumando además la ola de modernización y adaptación al medio "capitalista". La gente no sabe a dónde va y por tanto no tiene idea clara de para qué son las cosas.

Así pues, la prosperidad económica nunca augura una commprensión clara de sus participantes y por consiguiente tiende a arrastrar a aquellos ingenuos o poco visionarios en la trampa más barata que se pueda mostrar. Y esto redunda en un precio que hay que pagar por el progreso, que occidente lo ha impuesto a sus individuos, quienes no han sentido el cambio tan brusco (siempre vivieron pagando), pero para los nuevos "asia - capitalistas" este cambio se yergue como una gran incertidumbre, tal como una megalópolis amenazando a una niña, que trata de cruzar el presente. Y aquí queda una pregunta para reflexionar, y no es si la nación esta decidida a saltar, mas bien es: ¿su pasado será lo suficientemente fuerte como para resistir el impacto del futuro?. Creo que 3500 años de historia y el tiempo nos lo harán saber.

Weng Peijun nació en 1961 en Hainan. Estudió en la Guangzhou Academy of Fine Arts (1985). Actualmente es profesor en la Universidad de Hainan, vive en Haikou. Participó con otros artistas chinos en la exposición "Felicidad Indecible", del Museo Tamayo Arte Contemporáneo en 2005.

Más información en: Weng Peijun